lunes, 29 de octubre de 2012

Sucesión y poder en China


Sucesión y poder en China

03/10/2012
Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China
En China, la lucha por la sucesión es la manifestación de la disputa política interna y una marca de la dinámica del poder. La distinción entre intereses no acostumbra a ser fácil, pues atiende a aspectos ideológicos, instrumentales y de coyuntura. La geometría de la balanza de poderes y el peso e influencia de cada una de las fuerzas en contienda contribuye a delimitar las expectativas de cada cual. Y cíclicamente, cada cinco años, los procesos sucesorios que convergen en los congresos crean oportunidades para la redistribución del poder.
La ecuación resultante es la consecuencia de los equilibrios entre los procesos formales e informales, a menudo caracterizados por su fragilidad. Esta no ha hecho más que aumentar en los últimos tiempos ya que cada generación dispone de una menor capacidad de maniobra al agrandarse el núcleo de actores con capacidad de intervención directa en la conducción política. Los nuevos líderes no poseen ni la popularidad ni bases tan sólidas de poder como sus antecesores (quienes tenían carisma, pasado revolucionario y red de relaciones como principales argumentos de su liderazgo), caracterizándose por profesar un discurso pragmático y un utilitarismo ideológico que fijan el mínimo denominador en torno al cual se articula el papel y la posición del PCCh.
Los procesos de decisión están condicionados por la complejidad de las redes de comunicación, la existencia de una multiplicidad de canales informales y la volatilidad del juego político, con facciones dentro del Partido que deben congeniar su maquiavelismo con el secretismo que rodea todo el sistema de poder.
Las facciones se articulan con base en lazos informales construidos a partir de interdependencias personales. En su concreción influyen factores geográficos o profesionales, intereses de seguridad o de protección, pero también ideologías y políticas. Estas facciones son el instrumento privilegiado de los núcleos de poder informal, funcionan de forma subterránea o no visible y se vertebran con base en la lealtad personal. Todo este entramado de poder informal alimenta el carácter conspirativo de la dinámica política interna y pone de manifiesto de forma reiterada la tensión subversiva que pugna con unas reglas institucionales que tratan de afianzarse.
Precisamente, en aras de reducir los riesgos de estos procesos, el sistema ha procurado mecanismos más burocratizados, afianzando una concepción más institucional del ejercicio del poder en detrimento del poder personal y en pos de un liderazgo colectivo que debe progresar en todos los escalones del poder. La habilitación de instituciones formales y la regularización de los procesos devienen en una obsesión que aspira a reducir las ambigüedades y las contradicciones. Los nuevos liderazgos suplen así la falta de autoridad suficiente para contornar las instituciones y las reglas con la soltura con que hacían los viejos dirigentes en virtud de una práctica por muchos asociada a un paternalismo que de lejos viene connotando la cultura política china.
Toda esta mutación sugiere una redefinición del poder del Partido, pero no necesariamente su disminución como nos viene demostrando desde los años ochenta la experiencia de la democracia campesina. Por el contrario, debe procurar mantener y reforzar la autoridad en los planos interno y externo, concediendo mayor importancia al imperio por la ley (diferente del imperio de la ley) como componente normativa que formaliza un marco legal orientado a institucionalizar el poder exclusivo del PCCh. Ello debe desembocar en una autoridad institucionalizada frente a la situación anterior de una autoridad personalizada.
El principal objetivo es la supervivencia política y la continuidad del modelo a pesar de los ajustes. El problema esencial radica en modernizar la economía y afirmarse en el entorno global apoyándose en un discurso nacionalista y en un ejército moderno, sin que la legitimidad del PCCh, entendido como el Estado del Estado, se ponga en cuestión. Dicho proceso ambiciona lograr mantener el poder lo más intacto posible en un escenario de cambio constante e inevitable basándose en el perfeccionamiento de los procedimientos burocráticos. Buen ejemplo de ello es el olvidado debate introducido por la Constitución de 1982 acerca de la separación entre Estado y Partido, reducido a un ejercicio apenas semántico y retórico, mientras gana terreno el convencimiento de que cualquier reforma debe reforzar y no debilitar esa relación.
Si en la China de hoy la cuestión central es la base del poder más que la ideología o la forma del poder, el nuevo liderazgo debe resultar de un juego de suma variable que ante las contradicciones de las luchas entre facciones y la ausencia de liderazgos carismáticos sea capaz de afirmar una autoridad reconocida por todos para dirimir las disputas internas y para imponer sus estrategias en un contexto sociológicamente cambiante. Su viabilidad se complementa con un modelo organizativo de tipo leninista que aun representa la llave de la estabilidad del sistema y con un magma ideológico basado en la recuperación de un nacionalismo afirmativo capaz de alentar el orgullo patriótico y aglutinar una idea colectiva de país.
Falta saber si tan complejo tránsito es suficiente para conjurar las tres grandes crisis de confianza que amenazan el sistema: en el socialismo que dicen profesar, en el Partido que procuran reafirmar y en el futuro de la nación que aseguran garantizar.

lunes, 22 de octubre de 2012

China busca un nuevo modelo económico


El Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que comenzará el 8 de noviembre, no deparará las mismas emociones ni la incertidumbre sobre la identidad del máximo líder del país durante la próxima década que habrán proporcionado días antes las elecciones estadounidenses. El guión ya está escrito, y se prevé que el nuevo secretario general del PCCh y presidente de China a partir de marzo sea el actual vicepresidente, Xi Jinping.
Pero bajo la ausencia de drama en la superficie, y una vez alcanzado el consenso entre las diferentes facciones del partido sobre quiénes se sentarán en el todopoderoso Comité Permanente del Politburó, yace un amplio abanico de desafíos a los que tendrá que hacer frente la nueva generación de dirigentes: las desigualdades sociales, las crecientes protestas de la población, la corrupción rampante, los problemas medioambientales, las tensiones con sus vecinos en Asia, las ascendentes peticiones de reformas políticas de los ciudadanos, y, en particular, la ralentización de la economía y lo que los expertos consideran el agotamiento del modelo económico chino, muy centrado en las exportaciones y la inversión.
“Hay una crisis potencial en el modelo de crecimiento económico chino”, asegura un documento de Estrategia y Reforma, uno de los varios centros de pensamiento que durante 2012 han inundado al Gobierno con planes de acción para los próximos 10 años. “La década que viene puede ser la última oportunidad para buscar de manera activa la reforma, y deberíamos valorar esta última oportunidad”, señala el informe del grupo, integrado por académicos, directivos de empresas y consejeros gubernamentales. “Las contradicciones económicas y sociales chinas parecen estar acercándose a un límite”, ha afirmado el reconocido economista Wu Jinglian en una entrevista en la revista Caijing.
Hu Xingdou, profesor de Economía en el Instituto de Tecnología de Pekín, va más allá. “El modelo chino se basa en una fuerte intervención del Gobierno para impulsar el desarrollo de la economía, pero ha llegado a un punto final y no se trata de si se enfrenta a una crisis potencial sino que se encuentra en una crisis profunda”, asegura. “Hay dos factores para ello: la dificultad de sostener la inversión por parte del Gobierno, y el hecho de que el exceso de intervención estatal, la fuerte corrupción y la polarización intensifican las contradicciones sociales”.
La economía china creció un 7,4% en el tercer trimestre, el valor más bajo desde el primer trimestre de 2009, al haberse visto afectada por el impacto en sus empresas exportadoras de la crisis global. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recortado recientemente sus previsiones de crecimiento para China al 8% este año, y el 8,2% en 2013, debido, en buena parte, al efecto de la crisis europea. El PIB (producto interior bruto) subió un 10,4% en 2010 y un 9,3% en 2011.
El vicegobernador del banco central Yi Gang ha afirmado que Pekín continuará tomando medidas para estabilizar el crecimiento y ha insistido en que China dispone “de un espacio relativamente amplio” para utilizar las políticas monetaria y fiscal para lograrlo.
El Gobierno y analistas creen que la segunda economía del mundo se está estabilizando y volverá a rebotar en los próximos meses. Pero los partidarios de las reformas dicen que sus inquietudes se dirigen a las perspectivas a largo plazo. Muchos expertos consideran que sin una transformación profunda China crecerá para finales de esta década a un ritmo más cercano al 5% anual que alrededor del 10% como ha hecho desde que Deng Xiaoping lanzó el proceso de apertura y reforma en diciembre de 1978. Pero durante otras dos décadas podría aumentar al 8% si implementa las políticas adecuadas, según el profesor de la Universidad de Pekín Justin Lin, que ha sido economista jefe del Banco Mundial hasta este año. Una necesidad para un partido que funciona bajo un contrato no declarado de mantener el monopolio en el poder a cambio de entregar crecimiento económico y continua mejora del nivel de vida de la población.
Los partidarios de cambios decisivos están presionando a Xi Jinping para que elimine los privilegios de las compañías estatales, facilite el asentamiento permanente de los emigrantes rurales en las ciudades, cree un sistema fiscal que decida a las autoridades locales a financiarse con las expropiaciones de suelo y, por encima de todo, limite el poder del Estado.
Cuando el actual presidente chino, Hu Jintao, accedió al poder a finales de 2002, tuvo que hacer frente a las peticiones de cambios ambiciosos, y algunos analistas le vieron como un innovador audaz. Las esperanzas se desvanecieron, ya que Hu se reveló como un dirigente cauto, lo que hace temer a algunos que ocurra lo mismo con Xi Jinping, cuando las reformas son más urgentes que hace 10 años..
El reforzamiento de la posición de Xi Jinping tras la expulsión del partido y el futuro juicio al exsecretario del PCCh en la municipalidad de Chongqing Bo Xilai, su pertenencia al grupo de los llamados ‘príncipes’ (los hijos de altos exdirigentes del partido) y su experiencia en las ricas provincias costeras le pueden hacer más proclive a cambios en favor del mercado que Hu.
Los expertos piensan que los nuevos líderes son conscientes de que China ha alcanzado un punto de inflexión en su desarrollo económico y político. La cuestión es cómo seguir adelante. “Hay que pasar de una gestión extensiva de la economía a una gestión intensiva, de una economía basada en la inversión, especialmente gubernamental, a una dirigida por el consumo”, señala Hu Xingdou. Y añade: “Los problemas de la economía china no se pueden resolver salvo que haya reformas políticas. El Gobierno debería aflojar el control de la economía, eliminar los privilegios de las empresas estatales, restringir el poder del Gobierno y eliminar los grupos de interés y monopolio, pero esto solo puede lograrse si hay reformas políticas. El modelo actual de la economía china no puede durar más. Este es un periodo de transición muy importante en China”.

Datos económicos y politicos sobre china

http://comercioexterior.banesto.es/es/elija-su-mercado-objetivo/perfiles-de-paises/china/economia

lunes, 15 de octubre de 2012

El dinero se va de España

España ha sufrido desde el inicio de la crisis económica una espectacular fuga de capitales que se ha agudizado en lo que llevamos de 2012 como consecuencia de la incertidumbre sobre su capacidad para enderezar las cuentas públicas y la posibilidad de que necesite un rescate de la Unión Europea. El Fondo Monetario Internacional advirtió el pasado miércoles de que se está produciendo una salida de fondos "a gran escala".

Entre junio de 2011 y el mismo mes de 2012 la cifra alcanza los 296.000 millones de dólares, lo que representa el 27 % del Producto Interior Bruto del país. Solo Italia, cuya economía también vigilan de cerca la troika que componen el FMI, la Unión Europa y el Banco Central Europeo, presenta un volumen similar de salida de capitales, aunque en su caso el porcentaje sobre el PIB es inferior, del 15 %.
Según la institución que dirige Christine Lagarde, los inversores extranjeros "están retirándose de la periferia europea", lo que explica en gran medida los flujos, pero en el caso español la fuga está afectando también a otro tipo de inversores ("la base es más amplia") y a bonos corporativos de los grandes grupos empresariales, que se ven afectados de forma indirecta por la rebaja de las calificaciones crediticias a la deuda soberana española.

Pero, ¿dónde va el dinero que sale de España? Según el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres López, Alemania es la gran beneficiada de estos flujos de capitales. El país que dirige Angela Merkel se ha convertido en un gran receptor del capital que abandona España y otros países del sur de Europa. Pese a los bajos tipos de interés de su deuda soberana, la incertidumbre financiera de la Eurozona ha convertido al país germano en refugio de los inversores, a costa de vaciar de capital las economías más necesitadas.

Para ello toma como referencia el Target2, una plataforma que viene a centralizar en dinero de los bancos centrales las operaciones que se llevan a cabo entre los diferentes países. La gráfica que se incluye en esta misma página refleja cómo la entrada de capital en Alemania se ha disparado al tiempo que se desploman las salidas en países como España e Italia. El país del norte de Europa ha recibido al menos 700.000 millones de euros desde el estallido de la crisis financiera e inmobiliaria en 2007. Otras economías que se han beneficiado de ese flujo de fondos, aunque en menor medida, son Bélgica, Holanda o Finlandia.
"No creo que sea difícil deducir que si esta tendencia no se cambiar España está irremisiblemente condenada a la quiebra", afirma Torres López en un post de su web personal. "Una situación, por cierto, que no se resuelve solo "rescatando" a nuestra economía mediante un préstamo porque eso, obviamente, agudizará la asimetría que refleja la imagen".
La elevada fuga de capitales en España refleja que sus altos diferenciales en la deuda soberana no compensan los temores de los inversores sobre la economía española. El bono española a diez años alcanza cupones superiores al 6 %, mientras Alemania ha llegado a colocar emisiones a corto plazo con interés negativo. Esto quiere decir que la actual situación de desequilibrios y turbulencias en la Eurozona les está permitiendo financiarse sin apenas coste, lo que contrasta con la hipoteca futura que la actual crisis va a dejar en las cuentas públicas españolas en forma de abono de intereses.
El problema es que España no puede por sí misma frenar la escalada de fuga de capitales, según explicaba esta semana el consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon. "Ni Italia ni España tienen los medios para detener la fuga de capitales", dijo. Este ejecutivo sostiene que es necesario articular un mecanismo cortafuegos para evitar que la quiebra de Grecia. A su juicio esta circunstancia dispararía aún más la fuga masiva de capitales en España e Italia, sin que estos cuenten con mecanismo para evitar que esto ocurra.
José Viñals, consejero financiero del Fondo Monetario Internacional, ha señalado también que el programa de trasferencias directas del BCE debería ser contemplado como "algo real" y no "virtual" y que cada gobierno debe contemplar si recurre al mecanismo. Viñals cree necesario poner sobre la mesa elementos de riesgo compartido para "restaurar la confianza".
Fuente: http://www.levante-emv.com/economia/2012/10/13/capital-fuga-alemania/943633.html